Cada vez que ordeno la casa, sobre todo en esos días en los que el caos
ya es completo y donde uno hace esfuerzos por encontrar el piso, me doy
cuenta de las muchas cosas que nos sobran, que no necesitamos, que
acumulamos. Hoy es uno de esos días. Me levanto con decisión de poner
fin al desorden total en que se encuentra la casa ahora. Pongo una buena
música que me ayuda desde fuera a tener una energía distinta; canto a
toda voz mientras trabajo en volver a poner las cosas en su lugar.
Cuando lo hago escuchando música todo se vuelve más fácil, me
entusiasmo, ya no pienso en el "todo caótico" que me envuelve, sino en
ir tomando de a una cosa por vez y volviéndola a su sitio. La música me
hace poner las cosas en su lugar (literalmente así) A veces es
importante ver las cosas en su conjunto, pero en estos casos creo que
no: mejor ir de a poco, esto acá, lo otro allá...
Nunca falta el hallazgo de algo que creía perdido del todo, entonces me
gana la alegría y me siento descubriendo el valor de aquello que hace
rato había perdido de vista. Lo encontrado se redimensiona en valor y
necesidad.
Me imagino en una de esas filmaciones en cámara rápida, en donde del
principio al fin el cambio es increíble, me sonrío imaginándome en una
película de esas. Pero la vida va a otro ritmo, y deberá pasar un buen
rato antes de que "note" los increíbles resultados en mi casa,,,je.
Mientras ordeno, automáticamente mi cabeza empieza a jugar con
las imágenes. Pienso en los caos internos que a veces me acompañan e
imagino que el movimiento es bastante parecido. Cuando visualizo TODO
JUNTO me desanimo antes de empezar el movimiento de orden, me parece
demasiado, casi imposible de acomodar; y es claro que me sobran
demasiadas cosas. Pero si acepto que la vuelta a lo "habitable" es de a
un paso por vez, de ir reencontrandole el lugar a algunas
emociones-pensamientos-sentires...; si de paso me "ayudo" con algo que
desde fuera me traiga una energía distinta y renovadora; seguramente no
pase mucho tiempo antes de descubrir el "piso" donde hacer pie sin
romper nada por culpa de un paso descuidado. Y quizás algo que daba por
perdido, recupere valor ante una mirada nueva, cargada de sorpresa,
llena de una inesperada gratitud por el encuentro.
¡Bendito caos que a veces me habita! Quizás es la oportunidad de revisar
el corazón para volverlo a convertir en un lugar habitable y dispuesto a
hospedar, dispuesto a la acogida.
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La casa ya luce mucho más ordenada. Curiosamente, el corazón también.
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