Como es bien sabido, no todos los católicos están de acuerdo con el papa Francisco.
Y también se sabe que, entre quienes se oponen a este papa, abundan los
que, de una forma o de otra, se lamentan de que el actual Sumo
Pontífice de la Iglesia católica no es un papa “teólogo”, sino más bien
un papa “pastor”. Es decir, a juicio de quienes le ponen serios reparos
al papa Francisco, la Iglesia se ve gobernada, en este momento, no por
la teología, sino por la pastoral. Pero, ¿a dónde va una Iglesia sin
teología? En esto consiste una de las acusaciones más fuertes que no
pocos opositores de este papa se plantean y nos plantean. ¿Qué decir
sobre este asunto capital?
El profesor Gerhard Ludwig Müller, que escribió su
enorme tratado de Dogmática en la universidad de Múnich y actualmente
es el cardenal prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de
la Fe, afirma que “la teología es siempre la iluminación científica de
la confesión y la praxis de fe de que Dios está presente en la creación y
se autocuminca en su palabra en la historia y en la persona de
Jesucristo” (2ª ed., Barcelona, Herder, 2009, p. 20). Es evidente que ni
la persona ni la palabra del papa Francisco se ajustan a esta
definición de teología que presenta la Dogmática del cardenal Müller. Si
un buen día la gente escuchase a Francisco hablar de esta manera, lo
más seguro es que seríamos muchos los que nos preguntaríamos: “¿Qué la
pasa?”. Es evidente que, desde el punto de vista de la “dogmática” de
Müller (y de lo que esa “dogmática” representa), Francisco no es un papa-teólogo. Pero, ¿quiere esto decir que Francisco es un papa sin teología?
La pregunta, que acabo de plantear, se podría formular de otra
manera preguntando: ¿fue Jesús - por lo que de él relatan los evangelios
- un profeta sin teología? Parece que lo más razonable es responder que
la sabia y amplia definición del cardenal Müller, se realiza en el
Jesús terreno que encontramos en la teología narrativa de los
evangelios. Lo que nos lleva derechamente a una conclusión: existe una
teología especulativa, que nos propone ideas, teorías, conceptos. Como
existe una teología narrativa, que presenta una forma de vivir. Ambas teologías se encuentran ya en el Nuevo Testamento. La especulativa, en el apóstol Pablo; la narrativa, en los evangelios.
Por supuesto, es importante saber, aceptar y tener muy claras las
verdades teológicas que fundamentan la religión de redención que nos
presenta Pablo. Pero tan cierto como eso es que de poco nos servirán las
profundas “enseñanzas teológicas” de Pablo, si no hacemos nuestra “la
forma de vida” que nos presenta el Evangelio, la forma de vivir de
Jesús, que encontramos en cada relato de los evangelios.
Es evidente que el papa Francisco, tanto en sus enseñanzas como en su estilo de ejercer el papado, parece - a primera vista - más un papa-pastor que un papa-teólogo.
Pero no es menos cierto que el estilo marcadamente pastoral del papa
Francisco, sin cuestionar para nada la dogmática de la Iglesia, está
destacando, con su vida y su palabra, la necesidad y la urgencia, que a
todos nos incumbe, de asumir y poner en el primer plano de la vida de la
Iglesia lo que fue la forma de vida que nos presenta cada página del
Evangelio.
Lo que, en definitiva, no es ni más ni menos que hacer visible y
tangible la forma de vida de Jesús. ¿No es ésta la “teología implícita”
que nunca puede faltar en nuestras vidas? En esto, creo yo, consiste la
genial aportación que el papa Francisco está haciendo a la Iglesia y al
mundo.
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