12 septiembre 2014

San EFRÉN "el Sirio". (c.306 - 373). Doctor de la Iglesia.

Martirologio Romano: San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia, que primero ejerció en Nísibe, su patria, el ministerio de la predicación y la enseñanza de la doctrina, pero cuando los persas invadieron Nísibe se trasladó a Edesa, en Osrhoene, donde, con los discípulos que le habían seguido, inició una escuela teológica, ejerciendo su ministerio con la palabra y los escritos. Célebre por su austeridad de vida y la riqueza de su doctrina, por los exquisitos himnos que compuso mereció ser llamado “cítara del Espíritu Santo”.


Nacido en Nísibis de Mesopotamia (actual Irak) de familia cristiana (su padre no era sacerdote de ídolos, según controvertidas noticias históricas). Fue bautizado a los 18 años, aunque fuera educado desde la infancia en la meditación de las Sagradas Escrituras. 
Según relató Efrén a los monjes, fue acusado falsamente de estar en relación con unos salteadores, y al ver los instrumentos de tortura, sintió terror, y pidió a Dios que le salvara y que si cumplía sus deseos se haría monje. La Providencia le liberó no sin antes probar su fe. En su retiro vivió la oración, austeridad y estudio hasta que el obispo Santiago de Nísibis, su maestro, le encargó organizar la escuela de Nísibis, ciudad que había caído bajo el dominio de los persas (363) del rey Shapor II, después de la derrota de Juliano el Apóstata. Acudió a auxiliar a los cristianos perseguidos. 
Ordenado diácono en Edessa en el 325 por el obispo Santiago, fue consejero del obispo Narsete y tomó parte en la fundación de la escuela denominada de "los Persas" (367), que tuvo una orientación teológica más bien antioquena. Asistió al Concilio de Nicea, acompañando a su obispo. Se dedicó a la catequesis, especialmente entre los paganos y pecadores hasta su muerte. Aquí nació la literatura siriaca en su dialecto arameo. 
Escribió en prosa homilías y comentarios a las Sagradas Escrituras; y en verso himnos (Carmina Nisebina) que le han valido el título de ser llamado "arpa del Espíritu Santo" y "cantor de la Virgen Inmaculada". Fue el primero que concibió a María como Inmaculada y fue su primer cantor: "Tú y tu madre, Señor, sois los únicos perfectamente bellos... En tu madre no existe mancha alguna". En sus escritos hace referencia a los sacramentos: "A diario te abrazamos en tus sacramentos y te recibimos en nuestro cuerpo. Haznos dignos de sentir en nuestra persona la resurrección que esperamos. Poseemos, Señor, en nuestra propia persona tu memorial tomado en la mesa espiritual; haz que lleguemos a poseerlo en toda su realidad en la renovación futura".
Quiso permanecer como diácono, haciendo vida eremítica en una gruta (algunos autores dicen que fue un santo estilita que vivió en el interior de una columna), y rechazó el episcopado que san Basilio “el Grande” le ofrecía. Se cuenta de él que se fingió loco para no ser nombrado obispo. Su ejemplo es el de la austeridad unida al estudio y a la caridad para los pobres y enfermos. En la carestía del 373 se prodigó hasta el agotamiento. MEMORIA FACULTATIVA.

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