07 julio 2014

Padre Carlos Mugica - Vida Pastoral

En un número dedicado íntegramente a la cuestión “fe y política”, el lugar del editorial lo ocupa la memoria de la figura del padre Carlos Mugica, a cuarenta años de su asesinato. Quizás muchos puedan –podamos– dar testimonio de las sencillas misas vespertinas que durante tantos años se celebraban cada 11 de mayo, aniversario de su martirio, en la parroquia San Francisco Solano, del barrio porteño de Floresta… 



El contraste es notable por los múltiples eventos que este año provocó su evocación, frutos de la feliz multiplicación de su memoria. Entre tantas palabras, por su fuerte valor simbólico y su dejo de reparación histórica, elegimos algunos pasajes del homenaje a su figura que hizo el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, en la Villa 31. Oscar Campana Vamos a llamarlo con su nombre de bautismo, en primer lugar porque así Dios lo hizo su hijo: Carlos Francisco Sergio Mugica. […] Y comenzaré citando al Buen Pastor, porque hoy es el día del Buen Pastor, todos los cristianos lo celebramos hoy. Así que vamos a escuchar unas palabritas del Buen Pastor y se la dedicamos al padre Carlos: “Felices los que son perseguidos por practicar la justicia. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense, entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo. De la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”, dice el Evangelio de San Mateo en las Bienaventuranzas. Y también recordamos esta frase del Buen Pastor: “No hay mayor amor que dar la vida por los amigos”. ¡Que difícil que es dar la vida! Nosotros sabemos que el martirio es un don. No se puede buscar un don, un regalo de Dios. Es un regalazo también para la Iglesia y para el Pueblo de Dios. El homicidio del padre Mugica fue un verdadero martirio. Mártir de veras por la causa de los pobres. Así lo revelan los cuadritos que cuando entramos en las casas, en las villas, en los altarcitos, al lado de la Virgen de Luján, de San José, de San Expedito, siempre hay un cuadrito del padre Mugica. Creo que es el mejor recuerdo, el recuerdo doméstico, los familiares, los que tienen en las casas. 

Ahí sí que se le reza, se lo quiere, se lo recuerda con cariño. […] El padre [Héctor] Botán me decía en un momento dado que ya estaba la sentencia en el aire del padre [Mugica], las amenazas que iban y venían. Decía el padre Botán que la familia le decía: “¡Carlos, andate del país!” Y la respuesta del padre Carlos quedó grabada en la memoria del padre Botán. Decía el padre Carlos: “¿Dónde se ha visto que un pastor abandone a su pueblo?” Por eso estamos aquí. Algunos frutos de su martirio. Él pensaba que tenían que urbanizarse las villas pero no como quieren algunos, sino que tenían que integrarse realmente. Ser un barrio más. Ser respetados. Aquí se vive, se ama, se trabaja. Por eso nuestro cardenal Jorge Bergoglio destinó a las villas muchos curas, para que haya presencia de la Iglesia y para que acompañen, como acompañaba el padre Carlos, este proceso de unidad, de comunión, de vida, para que este pueblo también camine al reino pero con justicia, con paz, con trabajo. El padre Carlos tuvo gran fe en Dios. Amar a Dios por sobre todas las cosas y amar a su pueblo. […] Había un antiguo padre de la Iglesia que decía: a los cristianos, cuando nos matan, nos dan vida, nos convierten en semillas. Y ya saben que la semilla se multiplica hasta el infinito. […] Le damos gracias a Dios por la vida del padre Carlos. Le pedimos que nos bendiga, que sigamos su ejemplo de entrega a su pueblo, de entrega a los demás. Que el Señor nos conceda, al menos, esta gracia. Que tengamos un corazón generoso, que nos respetemos como hermanos –que es lo que él quería– […] El padre Carlos enseñó las oraciones, bautizó, celebró tantas misas, casó, acompañó a alguien morir… se entregó de poquito, y el Señor le regaló el don del martirio. Que el Señor nos conceda esta gracia y que sigamos su ejemplo. Padre Carlos, gracias por tu vida y por tu entrega. 

Oscar Campana

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