Amigas y amigos, compañeras y compañeros del MEDH:
Nuevamente tenemos delante nuestro 2 hechos muy importantes para el MEDH, sus iglesias y miembros, así como para nuestro pueblo: La conmemoración de la Memoria, de la Verdad y de la Justicia el próximo 24 de marzo y la celebración de nuestra próxima Asamblea General del MEDH y sus iglesias.
Pensamos que la mejor manera de prepararnos para ambas celebraciones es hacer memoria de reflexiones que nos han unido y compromisos que compartimos a lo largo de los 38 años de testimonio y lucha del MEDH que conmemoramos en estos días. Creemos que esta base que nos une como iglesias y como pueblo, que nació desde el caminar conjunto nos desafían también hoy –y probablemente hoy de un modo especial y urgente- por ello comenzamos este INFORMEDH con ellas
HACIENDO MEMORIA
DECLARACION DE LA V ASAMBLEA DEL MEDH
CARTA A NUESTROS HEMANOS
Al reunirnos en la Asamblea Anual los representantes de las iglesias integrantes del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, hemos tenido la oportunidad de revisar el camino recorrido y de interrogarnos sobre los desafíos que se proponen para el presente y para el futuro.
La Asamblea nos encomendó continuar este diálogo y compartirlo con ustedes miembros de nuestras comunidades cristianas, particularmente con quienes de una u otra forma hacen realidad día tras día los objetivos del MEDH y también con todos los amigos a quienes puede resultar de utilidad nuestra palabra. Siguiendo esta sugerencia ponemos en común algunas reflexiones, en las que tenemos presentes los acontecimientos que hoy vive nuestra comunidad nacional.
NUESTRO COMPROMISO CON LA VIDA
Desde el comienzo de nuestro camino en común nos propusimos trabajar al servicio de la vida, conscientes de nuestra vocación de hijos de un Dios viviente.
“Así conocerán que un Dios vivo está en medio de ustedes” (Josué 3.10)
El nos ha transmitido la vida como el don mas preciado;
“Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo”. (Génesis 2,7)
“No vale la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”. (Mateo 6,26)
Hemos tratado de ser fieles a su defensa por encima de toda otra consideración mezquina, aun a riesgo de ser incomprendidos. En nuestra opción nos ha guiado el ejemplo de Jesús, que puso la defensa de la vida por encima de toda reglamentación institucional.
“Y a ellos les preguntó - ¿qué esta permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal; salvar una vida o matar?”. (Marcos 3,4)
Fue una tarea ardua, en tiempos en que el mandato de Dios; “no matarás” (Ex.20, 13) era despreciado con frecuencia, por parte sobre todo de quiénes eran responsables más que nadie de su cuidado, por la autoridad que investían.
En nuestro trabajo a favor de la vida nos hemos encontrado miembros de diversas confesiones cristianas en nuestro Movimiento y hemos tenido la oportunidad también, de trabajar junto a hermanos de otras confesiones religiosas o no creyentes. Damos gracias por este encuentro, en el que hemos experimentado el poder del de Señor de la vida.
“El que de los dos pueblo hizo uno y derribó la barrera divisoria, la hostilidad”. (Carta de los Efesios 2,15)
Sobre todo hemos aprendido de aquellos que sufrieron, en carne propia o en la de sus familiares directos, la violación de sus derechos fundamentales y a quienes nos propusimos acompañar en sus reclamos de vida, verdad, justicia y libertad. Nos ha alentado su reclamo constante, sin reparar en el cansancio físico, sin desánimos a pesar de las negativas, de las amenazas y del peligro mismo de perder sus vidas. Su fortaleza en medio del dolor nos ha enseñado que la vida triunfa sobre los designios de la muerte. Su testimonio de esperanza ha alentado nuestro compromiso.
Hoy reafirmamos nuestro propósito de trabajar para el esclarecimiento de los graves crímenes cometidos y para que se les otorgue la justicia que se debe a las víctimas de esos atroces delitos.
“Al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano” (Génesis 9,5)
Creemos que es parte de nuestro compromiso pastoral formular un juicio sobre los graves acontecimientos que ha vivido nuestra patria, que todo el pueblo conozca a qué extremos puede llegarse cuando se abandona el respecto debido por la vida.
La reflexión que prologa el informe de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas nos parece, en este sentido, de una gran hondura y veracidad. Su incorporación a la conciencia de todos los integrantes de la comunidad nacional es sumamente necesaria para que nunca debamos dolernos de acontecimientos como lo que dicha Comisión debió investigar. Sobre todo es necesario que mediten acerca de lo sucedido quienes fueron los responsables de estos crímenes. Ellos deben arrepentirse, posibilitando el conocimiento pleno de la verdad y la acción de la justicia. Sólo así se podrá establecer los cimientos sólidos para construir una comunidad conciliada.
LOS DEBERES DE LA DEMOCRACIA.
La sociedad argentina ha sido víctima de la ideología de la seguridad nacional, En nombre de esta visión errada sobre el hombre se han cometido delitos atroces contra miles de personas. Siguiendo sus postulados se ha predicado pertinazmente el individualismo, impulsando a desconfiar del otro o a descalificarlo con persona. También se ha intentado disolver las estructuras de participación y solidaridad que a través de los años se ha sabido dar el pueblo.
Pero la exigencia de la solidaridad se mantiene inalterable en la palabra del Señor:
“Entonces estos replicarán: - Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?
Y él contestará: - Se los aseguro, cada vez que dejaron de hacerlo con uno de estos tan pequeños, dejaron de hacerlo conmigo”. (Mateo 25, 44-45)
Vivimos la alegría de haber recuperado las instituciones de la democracia. Pero esta recuperación implica, simultáneamente una grave exigencia: la de construir, en ese marco de democracia, una sociedad más justa. Vemos con honda preocupación que el individualismo continúa presente en los sectores de la sociedad que han medrado con un sistema injusto que se profundizó en estos años, al amparo del terror impuesto sobre la comunidad y de la desorganización de las organizaciones populares. No vemos en esos sectores arrepentimiento por la expoliación a que sometieron al pueblo ni la decisión de actuar de manera generosa y solidaria.
La preocupación es mayor cuando hay testimonios ciertos de que persisten los intentos de amedrentar a quienes en diferentes niveles, procura encontrar soluciones que beneficien al pueblo y que necesariamente afectan a algunos intereses particulares.
Nuestra sociedad requiere de reformas audaces, en correspondencia con el nivel de crisis alcanzada. Este cambio de las estructuras injustas, que posibilite el ejercicio de sus derecho a muchos hermanos a quienes hoy se les niega en la práctica, requiere hombres nuevos que asuman libre y responsablemente su compromiso en la vigencia de los derechos humanos.
El tema del hombre nuevo es de raíz y connotaciones específicamente cristianas.
“Es necesario despojare del hombre que eran antes, que se iba desintegrando reducido por sus deseos, a cambiar su actitud mental y a revestirse de ese hombre nuevo creado a imagen de Dios, con la rectitud y santidad propias de la verdad”. (Efesios 4,22-24). “El que está con Cristo, es una nueva creación, pasó lo viejo y todo es nuevo”. (2Corintios 5,17)
Este tema fue emblema de una generación, que alentó la realización de una nueva sociedad con la conciencia de la necesidad de una nueva humanidad.
Lamentablemente el cierre de opciones para realizar este nuevo modelo de sociedad y otros condicionamientos, llevaron a esa generación a transitar caminos de violencia para alcanzar los fines propuestos. La dolorosa experiencia de estos años ha llevado al convencimiento de que la vigencia plena de los derechos humanos debe hacerse por medios que respeten esos derechos y en particular el de la vida, la libertad y la participación popular.
Precisamente el desafío de la democracia consiste en demostrar que en el marco de la paz es posible la consecución de una sociedad más justa y humana. La consigna del hombre nuevo que se debe realizar en cada uno de nosotros debe enfrentarse a la visión errada que se ha intentado imponer en estos años. Significará en concreto una visión que se preocupe por los demás hombres como hermanos, según el mandato del evangelio.
“Este es el mandamiento mío: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Ev. De Juan 15,14)
Defender los derechos humanos significa en esta hora comprometerse con los pobres, cono los marginados, con aquellos que no ven reconocidos sus derechos como personas o como grupos sociales. Queremos llamar la atención sobre la situación de las familias de menores recursos que suman millones de nuestra patria. Familias sometidas a la zozobra de la falta de trabajo justamente remunerado y vivienda digna, cuyos hijos ven cerradas sus posibilidades de alimentación y educación adecuadas, creemos que el país democrático tiene la obligación de solucionar con prioridad su situación.
Aun en medio de la crisis económica grave que soportamos como país, la vigencia de los derechos fundamentales es posible cuando hay una actitud generosa y fraterna por parte de sus habitantes. Reconocemos ese ejemplo en las primeras comunidades cristianas:
“Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común: vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos según la necesidad de cada uno”. (Hechos 2,44-45)
Siempre es la hora propicia para comprometerse por la liberación de nuestro pueblo. “miren ahora el tiempo favorable, ahora el día de la salvación”. (2 Corintios 6,1-2)
BREVES REFLEXIONES SOBRE ESTE TEXTO
1. No cabe la menor duda, que también hoy los organismos de Derechos Humanos de nuestro pueblo y con ellos también el MEDH somos llamados de un modo urgente y especial, a revisar el camino que estamos recorriendo y los desafíos que enfrentamos en el presente y la pregunta por el futuro de nuestro pueblo y nuestra patria.
Los últimos años y especialmente los últimos meses han introducido profundas grietas y tensiones entre y aun en nuestros organismos, que exigirían de todos –si existiera realmente una voluntad real- una reflexión seria, profunda y ante todo sincera para ello, condiciones que no parecen estar dadas, ya que a las claras se distingue que predominan las más de las veces intereses y conveniencia políticos individuales, la búsqueda de protagonismo y presencia mediática y aun envidias y rencores inconcebibles e indignas.
Creemos por ello que ES FUNDAMENTAL E IMPRESCINDIBLE volver con la claridad y sinceridad que refleja el texto de nuestra asamblea de 1984 a las siguientes palabras:
“Desde el comienzo de nuestro camino en común nos propusimos trabajar al servicio de la vida, conscientes de nuestra vocación de hijos de un Dios viviente. Hemos tratado de ser fieles a su defensa por encima de toda otra consideración mezquina, aún a riesgo de ser incomprendidos. En nuestra opción nos ha guiado el ejemplo de Jesús, que puso la defensa de la vida por encima de toda reglamentación institucional. Fue una tarea ardua, en tiempos en que el mandato de Dios “No matarás” era despreciado por quienes eran responsables de su cuidado, por la autoridad que investían”.
“Desde el comienzo de nuestro camino en común nos propusimos trabajar al servicio de la vida, conscientes de nuestra vocación de hijos de un Dios viviente. Hemos tratado de ser fieles a su defensa por encima de toda otra consideración mezquina, aún a riesgo de ser incomprendidos. En nuestra opción nos ha guiado el ejemplo de Jesús, que puso la defensa de la vida por encima de toda reglamentación institucional. Fue una tarea ardua, en tiempos en que el mandato de Dios “No matarás” era despreciado por quienes eran responsables de su cuidado, por la autoridad que investían”.
2. Sin duda podríamos seguir deshilvanando el profundo, decisivo y altamente desafiante texto de aquella declaración compartida por nuestras iglesias como guía a lo largo del camino del MEDH. Pero justamente su enorme relevancia nos lleva a plantearnos algunas preguntas de insoslayable seriedad hoy:
Si como sabemos perfectamente y proclamamos siempre de nuevo, los Derechos Humanos, así como fueron formulados por las Naciones Unidas son indivisibles e integrales, el sistema económico que rige en nuestro país, y que aún pretende ser profundizado y radicalizado por determinados grupos que mantienen y aspiran a ampliar aún más su poder, respeta y promueve los Derechos Humanos? En otras palabras: El capitalismo vigente entre nosotros permite que se pueda decir sinceramente que quienes ostentan el poder en sus diversas formas (político, social, cultural, mediático, jurídico, religiosos, respetan y luchan por la vigencia verdadera, integral, sin exclusiones sino para todo el pueblo y la naturaleza toda por igual, de los Derechos que según las Naciones Unidas, la Constitución Nacional y la Biblia y nuestra fe deben valer y regir a cada ser de la creación toda y de nuestra patria en especial?
En resumen: ¿ Se podrá pretender servir a la vez a un sistema de muerte como el capitalismo y a la promesa de vida plena, con que Dios bendijo a la creación y cada uno de sus hijas e hijos vivientes, promesa para cuya defensa y realización los Derechos Humanos son un instrumento mínimo, pero imprescindible e inclaudicable para todas y todos quienes pretendemos vivir fraternalmente y en común como seres humanos?
En resumen: ¿ Se podrá pretender servir a la vez a un sistema de muerte como el capitalismo y a la promesa de vida plena, con que Dios bendijo a la creación y cada uno de sus hijas e hijos vivientes, promesa para cuya defensa y realización los Derechos Humanos son un instrumento mínimo, pero imprescindible e inclaudicable para todas y todos quienes pretendemos vivir fraternalmente y en común como seres humanos?
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