"LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO": UN DOCUMENTO DIFERENTE
por Victor Codina
A fines de noviembre el Papa Francisco publicó su Exhortación
apostólica sobre el anuncio del evangelio (Evangelii gaudium) en la que
recoge los aportes del Sínodo de Obispos de octubre de 2012 sobre la
nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana hoy. Pero
además de recoger la riqueza del Sínodo, Francisco expresa su
preocupación personal por la obra evangelizadora de la Iglesia. En este
sentido esta Exhortación refleja el pensamiento y la hoja de ruta del
nuevo obispo de Roma. Lo que hasta ahora él había expresado de forma
dispersa en gestos y palabras (oler a oveja, salir a la calle, ir a las
fronteras, Iglesia como hospital de campaña…) ahora encuentra su
justificación y formulación pastoral. Esta Exhortación quiere dar
algunas orientaciones para la reforma dela Iglesia.
Es
imposible en pocas líneas resumir toda la riqueza de sus 288 números,
140 páginas en versión digital. Por ello nos limitaremos a señalar tres
aspectos que nos parecen fundamentales y novedosos de esta Exhortación
papal.
1-Desde el comienzo de este documento y a lo largo de
todo él, aflora un sentimiento vivo de la alegría del evangelio que
llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús, en
contraste con el riesgo de tristeza individualista, búsqueda de
placeres superficiales y el aislamiento del mundo actual. De acuerdo con
el título del documento, el evangelio es fuente de alegría y de vida,
un gozo que brota del corazón de Cristo resucitado. Esta alegría es la
que impulsa a los cristianos a evangelizar, a anunciar la buena y
siempre nueva noticia de la salvación y del amor de Cristo. Por esto los
cristianos no deben tener cara de funeral ni de cuaresma sin Pascua,
sino irradiar al mundo la alegría de Cristo.
2-Esta alegría no
es ingenua, pues reconoce los graves desafíos de hoy: una economía que
mata y que exige por tanto del cristiano una postura de denuncia
profética: no a la economía de exclusión, no a la nueva idolatría del
dinero, no a un dinero que gobierna en lugar de servir. Eso implica
positivamente acentuar la dimensión social de la evangelización y el
compromiso dela Iglesia con los pobres y los excluidos de la sociedad,
de modo que la Iglesia sea una Iglesia pobre y de los pobres, que
escuche su clamor y trabaje por su inclusión social.
3-Todo
esto supone un gran cambio en la Iglesia, una renovación, una pastoral
en conversión, una Iglesia en estado de misión, que no se aferre a cosas
que ya no tienen sentido hoy, que supere el pesimismo estéril, la
mundanidad espiritual y las guerras y divisiones internas, que abandone
el clericalismo que no es cristiano, y en cambio revalorice a los laicos
y a la mujer, en unas relaciones nuevas entre todos los cristianos que
nacen del Señor.
Pero más allá de estas afirmaciones concretas,
la Exhortación está corroborando y dibujando el nuevo estilo y modelo
de Iglesia que promueve Francisco:
de una Iglesia poderosa,
distante, fría, acartonada, miedosa, reaccionaria, de la cual la gente
se aleja y se va… a una Iglesia pobre, sencilla, cercana, acogedora,
sincera, realista, que promueve la cultura del encuentro;
de
una Iglesia moralista obsesionada por el aborto, el control de
natalidad y el matrimonio homosexual… a una Iglesia que va a lo
esencial, recupera el evangelio, anuncia la gran buena noticia de la
salvación en Cristo;
de una Iglesia centrada en el pecado y
que ha hecho una tortura del sacramento de la confesión y una aduana de
la petición de sacramentos… a una Iglesia de la misericordia de Dios, de
la ternura, de la compasión, con entrañas maternales, que refleje la
misericordia del Padre;
de una Iglesia centrada en ella misma,
autorreferencial, preocupada por el proselitismo… a una Iglesia de los
pobres, preocupada ante todo del dolor y del sufrimiento humano, de la
guerra, del hambre, del paro juvenil, de los ancianos; de una Iglesia
encerrada en sí misma, reliquia del pasado, con tendencia a mirarse el
ombligo, con sabor a invernadero, que espera que vengan los otros… a una
Iglesia que sale a la calle, callejea la fe, va a los márgenes sociales
y existenciales, a las fronteras;
de una Iglesia que
discrimina a los que piensan diferente, a los diversos… a una Iglesia
que respeta a los que siguen su propia conciencia; de una Iglesia con
tendencia restauracionista y de vuelta atrás que añora el pasado… a una
Iglesia que considera que el Vaticano II es irreversible;
de
una Iglesia con pastores encerrados en sus parroquias, clérigos de
despacho, que buscan hacer carrera, que acaban siendo coleccionistas de
antigüedades, obispos siempre en aeropuertos… a pastores que huelan a
oveja, que caminen delante, detrás y en medio del pueblo; de una Iglesia
ONG piadosa, clerical, machista, monolítica, narcisista… a una Iglesia
Casa y Pueblo de Dios, hogar, que respete la diversidad, donde jueguen
un papel relevante los laicos, las mujeres, las familias;
de
una Iglesia envejecida, triste, con gente con cara de cadáver o sonrisas
de azafata… a una Iglesia joven y alegre, levadura y fermento en la
sociedad, con la alegría y la libertad del Espíritu, donde los jóvenes
sean protagonistas.
¿No es alegre el evangelio y este nuevo estilo de Iglesia que se refleja en este documento de Francisco?
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