Mensaje a la sociedad argentina con motivo de las próximas elecciones legislativas del 27 de octubre
En nuestro pasado encuentro nacional de curas, en agosto,
hicimos llegar a la sociedad un mensaje con motivo de los 30 años de democracia.
Celebrando una nueva jornada electoral el próximo 27 de octubre, quisiéramos
invitar –en ese mismo marco- a nuestras hermanas y hermanos argentinos a
reflexionar juntos:
En política se eligen “proyectos”, es decir, propuestas del
país que queremos, y los medios para lograrlo. Como grupo de curas, no
imaginamos ni queremos un proyecto que no pretenda ser cada vez más inclusivo,
en el que los pobres sean no solamente destinatarios de buenas políticas sino
verdaderos protagonistas.
En un “proyecto” se tiene en cuenta de dónde venimos, dónde
estamos y hacia dónde queremos ir. Invitamos a todas y todos a recordar las
consecuencias funestas del neoliberalismo de los 90, continuación de lo empezado
en la dictadura cívico-militar, y alertamos ante los intentos visibles o
encubiertos que pretenden que volvamos a esa “noche oscura”. No hace falta
demasiada memoria para recordar cómo ese proyecto hundió el país y provocó
hambre, desocupación, injusticia, desigualdades y muerte.
Reconocemos muchos logros en nuestro momento presente, como
la recuperación de la producción y el empleo, el mejoramiento de los principales
indicadores sociales; la discusión del salario en paritarias; la Asignación
Universal por Hijo y madres embarazadas; el plan Conectar Igualdad y el plan
ProCreAr; una más justa movilidad jubilatoria, y la recuperación de la
jubilación solidaria; el lugar dado a la Educación y la
importancia que las escuelas primarias y secundarias tienen a lo largo y ancho
del país: en 10 años se sextuplicó el presupuesto educativo y se crearon
nueve universidades públicas y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva; la mayor presencia del Estado en inversiones para beneficio público
y control de la actividad privada o en la re-estatización de algunos servicios,
ya que las empresas deben servir a un proyecto de país y no a los arbitrios del
capital.
Sabemos que falta mucho todavía. Observamos limitaciones en
lo referido a la desvalorización del poder adquisitivo del salario afectado por
la inflación y la necesidad de una más justa distribución de la renta y la
movilidad social ascendente que siga disminuyendo los niveles de pobreza; la
incidencia negativa del empleo no registrado, aun cuando se ha reducido
significativamente desde fines de 2003; el acceso a la vivienda y la tierra como
derechos constitucionales por encima de las imposiciones del mercado.
Como creyentes cristianos que somos no podemos olvidar la
Doctrina Social de la Iglesia a la hora de decidir un voto. Y en estos
valores podemos coincidir también con muchos no cristianos o no creyentes de
nuestra patria. No podemos pensar en votar proyectos basados en la
autodenominada ortodoxia económica del libre mercado. El proyecto económico
liberal se opone a la mirada cristiana, ya que la libre competencia y la
acumulación de lucro se convierten en absolutos en pos de los cuales “se
sacrifica todo, acentuando la desigualdad y la marginación de las grandes
mayorías” (Puebla 194). Un proyecto inclusivo no consiste en dar
migajas a los pobres, porque “no se trata sólo de dar lo superfluo a quien
está necesitado, sino de ayudar a pueblos enteros -que están excluidos o
marginados- a que entren en el círculo del desarrollo económico y humano; esto
será posible no sólo utilizando lo superfluo que nuestro mundo produce en
abundancia, sino cambiando sobre todo los estilos de vida, los modelos de
producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la
sociedad” (Centesimus Annus 58). El papa Francisco ha señalado también que
“la adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y
despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un
rostro y un objetivo verdaderamente humano” (Discurso a los embajadores de
Kirguistán, Antigua y Barbuda, Luxemburgo y Botswana, 16/5/2013).
Los cristianos no podemos votar proyectos basados en el
liberalismo económico que acentúen el individualismo y la primacía de la
ganancia personal. Hemos de fijar la mirada en proyectos colectivos e
inclusivos, con fuerte presencia del Estado como garante de lo público y
regulador de la igualdad de oportunidades desde la justicia social y el bien
común, ya que la propiedad privada no es un dogma intocable, debe tener un sano
límite impuesto por la necesidad de todos. Dice el Concilio Vaticano II que
“Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para el uso de todo el
género humano. Por consiguiente, los bienes creados deben llegar a todos de una
manera equitativa, dirigida por la justicia y acompañada por la caridad”
(Gaudium et Spes 69). La propiedad privada es un derecho secundario,
el único derecho natural primario es el destino universal de los bienes. Para
Jesús de Nazaret la acumulación de ganancia no puede ser un fin en sí mismo, los
bienes deben circular, y la economía no puede estar desconectada de la sociedad:
“¡Necio! Esta
misma noche te reclamarán el alma; ¿y para quien será lo que has acumulado?" (Lc
12,20)
Sabemos que en una campaña electoral muchos candidatos y candidatas intentan convencer al público que resolverán todos los problemas (apoyados por asesores de imagen venidos del ámbito del marketing publicitario que venden tanto electrodomésticos como personas), pero son en realidad globos inflados sin sustancia o sin proyecto visible y público. Invitamos a nuestros hermanos y hermanas a escuchar propuestas y no slogans pegadizos y agradables a los oídos pero vacíos de contenido como cuando se habla livianamente de la "inseguridad" o de "la plata de los jubilados". Recordando que estas elecciones definen cargos legislativos y no ejecutivos, alentamos a los candidatos a expresar a la sociedad sus ideales, sus proyectos y el modelo de país que defienden. Debemos exigir como ciudadanos que los candidatos propuestos digan clara y explícitamente qué van a hacer, cómo lo van a hacer, y con qué recursos, y que –escuchando atentamente- sepamos elegir la propuesta que según nuestro criterio, mejor defienda a los pobres. Si bien es cierto que la corrupción y la deshonestidad pueden opacar las buenas ideas e incluso frustrarlas y se debe trabajar para erradicarlas, tampoco podemos caer en la tentación -inducida por muchos- de desestimar el decisivo valor de la política como herramienta necesaria para construir futuro. Si se imponen conceptos (con cierto fundamento en la realidad pero superficiales) tales como “los políticos son todos corruptos”, estaremos abonando el terreno para las ideas autoritarias, economicistas, antipopulares y antidemocráticas.
Sabemos que en una campaña electoral muchos candidatos y candidatas intentan convencer al público que resolverán todos los problemas (apoyados por asesores de imagen venidos del ámbito del marketing publicitario que venden tanto electrodomésticos como personas), pero son en realidad globos inflados sin sustancia o sin proyecto visible y público. Invitamos a nuestros hermanos y hermanas a escuchar propuestas y no slogans pegadizos y agradables a los oídos pero vacíos de contenido como cuando se habla livianamente de la "inseguridad" o de "la plata de los jubilados". Recordando que estas elecciones definen cargos legislativos y no ejecutivos, alentamos a los candidatos a expresar a la sociedad sus ideales, sus proyectos y el modelo de país que defienden. Debemos exigir como ciudadanos que los candidatos propuestos digan clara y explícitamente qué van a hacer, cómo lo van a hacer, y con qué recursos, y que –escuchando atentamente- sepamos elegir la propuesta que según nuestro criterio, mejor defienda a los pobres. Si bien es cierto que la corrupción y la deshonestidad pueden opacar las buenas ideas e incluso frustrarlas y se debe trabajar para erradicarlas, tampoco podemos caer en la tentación -inducida por muchos- de desestimar el decisivo valor de la política como herramienta necesaria para construir futuro. Si se imponen conceptos (con cierto fundamento en la realidad pero superficiales) tales como “los políticos son todos corruptos”, estaremos abonando el terreno para las ideas autoritarias, economicistas, antipopulares y antidemocráticas.
Deseamos fervientemente una jornada electoral desarrollada
como fiesta democrática, en armonía y en paz, sin menospreciar la enorme alegría
de vivir en libertad para expresar nuestras ideas y convicciones políticas a
través del voto.
Grupo de Curas en la Opción por los Pobres
Octubre de 2013
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