Cáritas, Diócesis de Quilmes, Buenos Aires, Argentina
de Laicos Diócesis de Quilmes, el jueves, 10 de noviembre de 2011 a las 13:38
A
los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, vírgenes consagradas,
movimientos, colegios, agentes de pastoral (de la Diócesis de Quilmes).
El
mensaje de la Iglesia y de los seguidores de Jesús, es la construcción
de una sociedad de vida y vida plena para todos. La vida es un don de
Dios y un regalo preciado para ser compartido. Se trata de un regalo y
no de una posesión exclusiva, en este sentido ninguna vida tiene sentido
pleno si no es compartida. A la vez, la comunidad asume el compromiso
de ser custodia y garante de las condiciones que favorezcan la vida de
sus miembros.
Salud y pobreza
En forma
creciente los factores socio-ambientales y económicos inciden en el
deterioro de las condiciones físicas y psicológicas que determinan el
completo estado de salud. Particularmente en los ámbitos populares de
las zonas metropolitanas nos encontramos con la conjunción de factores
que atentan contra la vida digna y la salud de la población. Así la
contaminación de la tierra, el agua y el aire son factores determinantes
del deterioro progresivo al que se ven expuestos amplios sectores de la
comunidad, como primariamente –también-, los factores socio-económicos
determinan el acceso a la correcta y completa alimentación, de la que se
derivan una correcta nutrición y desarrollos físicos y cognitivos
adecuados.
Pero sin dudas existen factores que atentan
particularmente contra la salud de la población pobre, a la que además
de las condiciones nutricionales deficientes, las malas condiciones de
la vivienda, la insalubres condiciones de “trabajo”, se suman la
dificultad para el acceso a la atención publica de salud y la
imposibilidad de acceso a los medicamentos y tratamientos que reparen su
salud, con lo cual se perciben condenados a la enfermedad, que siendo
en su concepción problemas superables se convierten en patologías graves
que devienen en mayor deterioro por cuanto no existe un abordaje
integral de los factores de riesgo que le dan origen ni tratamiento
adecuado para la superación de la enfermedad.
“De hecho, cada año
las enfermedades infecciosas son responsables de la muerte de 17
millones de personas, de las cuales el 90% viven en los países en vías
de desarrollo. Por ejemplo, el 95% de enfermos de SIDA no tienen dinero
para pagar los antiretrovirales. En la actualidad no se encuentran ni
siquiera en el mercado de algunos de estos países las medicinas para
curar las llamadas “enfermedades de pobres”, como por ejemplo la
tuberculosis, el paludismo, la viruela, el dengue hemorrágico, la
leishmaniasis, algunas formas de meningitis, la enfermedad del sueño,
etc… En el pasado reciente de fines del siglo XX, de 1223 medicinas
nuevas introducidas en el mercado entre 1975 y 1997, en 22 años, sólo se
introdujeron 13 para el tratamiento de enfermedades infecciosas
tropicales. El presupuesto total para medicinas en el mundo se estima
entre 50 y 60 billones de dólares (USA) por año, y de este presupuesto
sólo el 0.2% se dedica a enfermedades respiratorias, tuberculosis y
enfermedades diarreicas: Estas enfermedades se estima que sean las
causantes del 18% de muertes en el mundo”. (Card. Javier Lozano
Barragan. Intervención en la 58 Asamblea de la OMS 2005)
La
enfermedad –además- y sobre todo, tiene el rostro del dolor, del
padecimiento, de la angustia y –muchas veces- de la impotencia. Es por
ello que nos sentimos interpelados como cristianos a brindar una
respuesta cercana y efectiva que sea a la vez, testimonio de presencia,
denuncia de las estructuras que condenan a la enfermedad y el
padecimiento a gran parte de la población y alivio, por un lado, y
frescura que traiga consuelo a quien padece enfermedad, por otro.
Concientes de la dimensión psico-social y espiritual de la enfermedad,
tanto en su concepción como en su superación, es que la Iglesia cuenta
con una extendida red de agentes pastorales dedicadas a la visita,
asistencia, contención y acompañamiento de personas en situación de
enfermedad. (Cfr CEA- Pastoral de la Salud)
El mayor esfuerzo de
la salud pública debe estar orientado a los factores de prevención de
las enfermedades, una fuerte inversión en tal sentido, no solo alivia a
los padecimientos de la población, sino que significará un ahorro al
erario público. La excesiva demanda a las estructuras de asistencia
pública de salud, ponen en riesgo el sistema con estructuras de salud
publica insuficientes y con deficiencias en insumos y personal sanitario
suficiente. Sumado a esto el acceso a los medicamentos es
verdaderamente prohibitivo para la población en situación de pobreza,
mientras que son insuficientes los planes para responder a la demanda,
que ante la ausencia o insuficiencia de la respuesta estatal, se
traslada a servicios de asistencia de las organizaciones de la sociedad
civil sin poder cuantificar su verdadero impacto.
Cuidar la vida
es un compromiso que asumimos, en primer lugar generando estructuras que
favorezcan una educación para la salud, al evitar conductas de riesgo,
denunciando condiciones que atentan contra la vida y la salud. En
segundo lugar asumimos el cuidado de la vida en su fragilidad, la de
niños por nacer, niños en su primera infancia y ancianos, personas con
otras capacidades y déficit. Proveyendo medicamentos y cuidados para
quienes lo necesitan.
Durante todo el mes de Noviembre los
invitamos a participar plenamente de la Campaña de Salud bajo el lema
“Cuidemos la vida: Don y compromiso”. Esperamos su aporte económico para
sostener la red de Bancos Solidarios de Medicamentos, contamos con que
cada uno pueda expresar su solidaridad con quienes padecen enfermedad
visitándolos y brindándoles aliento, donando implementos de salud en
buen estado. Agradeciendo todos sus aportes para una vida plena para
todos.
Victor Hirch SVD
Director Cáritas Quilmes
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