26 noviembre 2009

¿A quién iré Señor?


En la vida constantamente vivimos para elegir alguna opción que nos convenga, algún camino que nos satisfaga o que nos llene. Siempre estamos pendientes de optar por "ello" o por "aquello", pero llega un momento en que nuestra elección es más seria, cuando se trata de elegir una forma de ser más que de sentir, tenemos que tomar decisiones y optar por algo que creemos que es lo mejor.
 Optar por Jesús no es fácil, implica desterrar del corazón aquellos ídolos que de una u otra manera nos seducen: el sexo, el dinero, el placer, el poder. Es necesario no tener ídolos en nuestras vidas, es necesario que nuestra vida, incluso nuestra conciencia sea iluminada de manera plena por Dios nuestro Señor. Muchas veces para tomar decisiones recurrimos a nuestros propios criterios o juicios y no tomamos en cuenta qué pensará Dios al respecto o cuál es su voluntad.
Nuestra elección debería ser siempre Jesús. Yo conozco muchos que optaron por Jesús, lo escucharon, lo siguieron pero que ahora están alejados de Él. ¿Qué les sucedió?
El Evangelio de San Juan dice: «A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle. Jesús preguntó a los Doce: «¿Quieren marcharse también ustedes? Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». (Jn. 6,66-69).

Existen 2 realidades diferentes: los que rechazan a Jesús y los que lo aceptan y le siguen. Imagínate, Jesús fue admirado por muchos, por sus milagros, sus palabras, su manera de vivir, por ello mucha gente se entusiasmaba con Él y se le acercaban para oirle y para saber más de Él. Pero a pesar de ello en la biblia dice claramente que muchos dejaron de seguirle. Tal vez esperaban un gobierno terrenal y al escuchar muchas veces a Jesús que anunciaba su pasión se decepcionaron.

El gran problema creo yo, es que el entusiasmo no es suficiente para seguir a Jesús, incluso no se necesita admiración, se requiere una gran fe. Pedro confesó y reconoció que no podrían irse a otro lugar: "¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna". ¿Cómo puedo entender esa respuesta de Pedro?, pues de muchas formas: "Tú eres nuestra opción", "Contigo todo es mejor", "No necesito nada más", "Lo que busco está en Tí", "A tí te elijo", "Tú eres el Dios". Y nosotros, bautizados y pertenecientes a su Iglesia Santa... ¿Creemos que Jesús es nuestra opción? ¿Diremos como Pedro que no tenemos a dónde ir sin Jesús?

En mi vida he conocido muchos cristianos: por cumplir, por tradición, por costumbre, por satisfacción, por obligación, por conveniencia y los auténticos... ¿Cuál eres tú?

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