08 mayo 2009

Dios esta cerca

“Donde hay amor, allí está Dios”. Es el título de un cuento de León Tolstoi, el novelista ruso más conocido y que al tiempo mismo fue literato, conde y periodista.y cuenta Tolstoi que un zapatero, llamado Martin, oyó en sueño una voz que decía: “Mañana voy a visitarte. Mira bien por la ventana”.

Pensó Martin que era una voz de verdad y que el mismo Jesús se lo había dicho. Se levantó pronto, Preparó su choza, barrio y ordeno todo como quien espera una visita importante.

Miraba por la venta y vió un pobre barrendero que limpiaba la calle llena de nieve. Daba signos de mucho cansancio. Martín la llemo desde la puerta. Le invitó a una taza de café caliente. Le preguntó el barrendero. “¿Espera a alguien, amigo? Tiene la casa muy limpia y preparada.

Martin respondió. “Creo que sí. Eso al menos pensé al oir una voz anoche que anunciaba la llegada de un personaje importante,”

Cuando marcho el barrendero, Martin no hacía más que pensar en la visita. Miraba por la ventana con frecuencia, por si alguien venia por el camino.

Vio una mujer con un niño que lloraba. Hacía mucho frio. La llamó y entro a la mujer. Mientas se calentaba la madre y el niño y comían alguna cosa que Martin les preparó. La mujer preguntó. “Tiene la casa muy limpia. ¿Espera a alguien?.

Martín dijo: Si. Me dijo una voz que vendría una visita importante. Y estamos ya a medio día y sigo esperando. No sé cuando llegará. La mujer sonrió y se marcho luego de haber dado las gracias

A media tarde Martin empezaba a impacientarse. Oyó a una vendedora de manzana que chillaba porque un ladron le había robado una. Martín salió y persuadió al chico que respetara a la mujer. El chico pidió excusas y en compensación, además de devolver lo robado, se ofreció para llevar las cajas de manzanas hasta la casa de la vendedora, que quedó admirada de la bondad de Martín y del favor que la había hecho.

Martin regresó a su casa por si llegaba la visita. Pero la tarde pasó y allí no apareció nadie.

Decepcionado el zapatero, se quedó dormido junto a la lumbre ya entrada la noche. Su último pensamiento fue: Soy muy tonto. Me he creído que iba a venir el mismo Jesús a mi pobre casa. Qué ingenuo soy.

En ese momento se sobresaltó, pues oyo una voz que le decía ¿Acaso no he venido a verte? Y en la penumbra vio al barrendero fatigado que sonreía… Luego oyó otra voz que decía; Y volví otra vez, ¿No te diste cuenta? Y el rostro de la mujer con el niño sonriente se le aprecieron entre las sombras.. Todavía Martín oyó otra voz que le decía. Y también la tercera vez estuve a tu lado ¿Crees que, si no me hubiera visto el ladronzuelo hambriento hubiera devuelto la manzana?. Y el rostro de la vendedora le daba las gracias con una sonrisa.

Martin despertó sobresaltado y se dijo. De verdad soy muy tonto, pues no distingo bien quien son los que vienen a mi casa a visitarme.

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