Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario". Cuando se lo mostraron, preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Respondieron: "Del César". Entonces Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".
Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.
PALABRA DEL SEÑOR.
Esta cuestión atraviesa toda la historia humana y cristiana. No se puede entender sin la enseñanza del Maestro: no se puede servir a dos señores: a Dios y al dinero. En este simple "test" se juegan nuestras convicciones del Evangelio. O invertimos en el Reino con rostro de fraternidad, de alegría, de compasión, de compartir y compartirnos; o atesoramos tesoros con el rostro del César de turno en tesoros que se apolillan y se convierten en polvo. La vida es corta, Dios nos espera en su Casa. En el silencio y la quietud, invocamos el Nombre de Jesús.
Abrazo y bendición!
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