(Primer día de Cuaresma)
Eso es la conversión, y ese es el significado de la palabra: Conversión=Cambio. Y con ello nos vamos acercando a una buena celebración de la Pascua de Resurrección. Pero la conversión no es únicamente durante el tiempo que dura la Cuaresma; no. Es una actitud de toda la vida. Nunca llegaremos a una conversión total, porque siempre tendremos defectos y caídas. Pero se trata de intentarlo.
Y volviendo al símbolo de la ceniza, se puede decir que la ceniza es el fruto de algo que se destruye, que se quema. Y hay muchas cosas que podemos y debemos acrisolar o quemar, haciéndolo cenizas. Por otra parte, la ceniza es algo que no sirve para nada, algo que está en el último lugar, y se tira. Esto nos puede enseñar, también, a ser humildes. A no considerarnos más, ni mejores que los demás.
Hace algunos siglos, los pecadores públicos hacían penitencia pública; y lo indicaban cubriéndose de ceniza por la cabeza y vistiéndose de saco. Aquello desapareció y quedó este vestigio de la ceniza, como símbolo de la penitencia, la vida austera, y la conversión que el que entra en a Cuaresma decididamente, quiere llevar adelante.
Las palabras que se usan al imponer la ceniza (que sustituyen a aquellas de:”Recuerda que eres polvo y te has de convertir en polvo”), tienen un sentido más positivo, porque no solo recuerdan la muerte que nos ha de llegar, sino que nos invita a vivir la vida de otra manera. Dice así: “Conviértete, y cree en el Evangelio”.
Una invitación a la conversión, y un ideal a poner en nuestra vida: el Evangelio. Pero tratemos de asumir, que la “conversión”, como la “cuaresma”, no son cosas de tristeza, ni de grandes penitencias o sacrificios. Jesús dice: “Misericordia quiero, y no sacrificios”. Pongamos misericordia, perdón, amor, en nuestras vidas, y habrá comenzado la conversión.
Félix González
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