30 enero 2014

La (ex) monja embarazada y el rostro materno de la Iglesia

monja
En la última semana, el tema de la ex monja embarazada fue noticia en la mayoría de los portales de noticias del mundo. El hecho se prestó para el sensacionalismo y para la burla. Sin embargo, fueron pocos los que ofrecieron una mirada diferente, como la del  p. Jorge Enrique Mújica, en su blog Actualidad y Análisis sobre la actitud maternal de la Iglesia Católica. A continuación, la nota completa.
Se dice que la web ha posibilitado que lo local se convierta en global y a eso se le ha llamado “glocal”. Un ejemplo de lo “glocal” ha sido el caso de Roxana Rodríguez quien para más señas era monja. Digo era porque ha dejado de serlo a raíz de que se ha convertido en madre. Y como la procreación ha acontecido cuando todavía formaba parte de las monjas Pequeñas Hijas de Jesús, concretamente durante el tiempo de visita a su natal El Salvador (la ex religiosa vivía en Italia), numerosos sitios web y espacios en las redes sociales han aprovechado el caso para la mofa, la caricatura y el escaneo.
Más allá del cotilleo que ha poblado internet a partir de este caso resulta de interés (y no es sino para destacarse) un aspecto casi desapercibido en todo este suceso: la actitud de maternidad de la Iglesia católica por medio de la superiora de la ex monja y también de la cercanía del obispo del lugar. Nadie puede decir que Roxana fue una monja ejemplar y precisamente porque no lo ha sido tanto la superiora como el obispo lo tienen bien claro. Pero también tienen claro que ahora lo que Roxana necesita es ayuda y es eso lo que están ofreciéndole. Ofrezco a continuación la traducción al español de un artículo publicado por el periódico italiano Tempi a raíz de este caso. No tiene desperdicio.
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El hijo de la religiosa y el cotilleo de los cretinos 
Hay algo fastidiosamente malicioso acerca del modo cómo los medios de comunicación han dado la noticia de la religiosa de 32 años, originaria de El Salvador, que en el hospital de Rieti [ciudad del Lacio, a unos 90 km de Roma, N.d.T.] ha dado a luz a un niño al que llamará Francisco.

Es una pena detenerse siempre en los cotilleos (¿quién es el padre? ¿De verdad no sabía que estaba embarazada? ¿Qué murmura la gente del pueblo? ¿Cuáles son las pullas más salaces que están dando la vuelta por internet?), sin conseguir nunca ver que la noticia esconde entre sus pliegues una señal de lo que, nuevamente, demuestra ser la atención de la Iglesia hacia todos sus hijos e hijas. Como siempre: juicio claro sobre el pecado, pero acogida al pecador. Como ha dicho sor Erminia, la madre superiora: «No ha podido resistir a la tentación, pero no ha hecho daño a nadie. Basta ya, dejadnos en paz, lo que ha sido ha sido».

Basta, en cambio, echar una mirada a las crónicas de los periódicos para darse cuenta que con la excusa de querer informar sobre esta historia, lo que se hace no es otra cosa que escarnecer a la mujer, informar sobre los cretinos habituales de twitter y sus pullas de parvulario, centrando el tema en la vergüenza eclesiástica por el “hijo del pecado”.
Cuánta superficialidad hay en estos comentarios, realizados normalmente por quienes están siempre dispuestos a atacar a la Iglesia y la elección virginal de sacerdotes y religiosas.
Sin embargo, a nosotros nos parece mucho más importante e interesante relatar cuánta discreción y capacidad de acogida ha demostrado la Iglesia. Monseñor Gianfranco Girotti, hasta el año 2012 regente de la Penitenciaria Apostólica, ha explicado que la religiosa «tendrá que abandonar el instituto y hacerse cargo de la prole que ha nacido. El hecho del embarazo y del nacimiento del niño la obligan a un nuevo estado de vida». En resumen, ahora que el niño existe, hay que tenerlo en cuenta y es justo que Francisco pueda gozar de todas las atenciones de su madre. Pero esto, ha añadido Girotti, no significa que la religiosa sea «excomulgada». Al contrario. «Sus superiores –ha añadido– deberán ayudarla a hacer frente a la situación. Siendo extranjera, encontrándose en un país que no es el suyo, no tendrá otras posibilidades de ayuda, por tanto es seguro que el instituto al que pertenecía la ayudará». «Aunque deploramos el episodio – ha explicado -, desde el punto de vista evangélico debe prevalecer siempre la actitud de ayuda. Este debe ser el primer sentimiento, sobre todo porque estamos frente a una vida que nace».
También el obispo de Rieti, Delio Lucarelli, ha explicado –con palabras simples pero excepcionales– que cuando la vea le dirá que «ciertamente no ha sido fiel a un voto, es decir, a un compromiso solemne, y esto me causa pena, pero hay que apreciar el hecho de que el embarazo no ha terminado en un aborto y que una vida es siempre un don del Señor. Por tanto, nosotros estaremos cerca de ella y confío también en la comprensión y ayuda de nuestra gente».
Y parece que esto es lo que está sucediendo, con la primera colecta para ayudar a esta mujer. Pero estos son todos hechos que interesan sólo a quien se preocupa de verdad por la mujer y su hijo. Los otros se paran en las maledicencias. Peor para ellos: se están perdiendo un día de fiesta.
Traducción del original en italiano de Helena Faccia Serrano.

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