01 julio 2013

MÁS ALLÁ DE LA REFORMA: ¿POR QUÉ NO CERRAR EL BANCO DEL VATICANO?

Por Francis J. Butler | Julio 1, 2013
National Catholic Reporter

Como Papa, Francisco se sumergió en la reforma curial, que ha comenzado con el Instituto para las Obras de Religión, un banco a menudo reconocido en los círculos oficiales de la iglesia como una especie de pariente lejano y caprichoso de la Santa Sede.
Y no es de extrañar. La semana pasada, las autoridades italianas detuvieron a un sacerdote empleado de las oficinas administrativas del Vaticano, Mons. Nunzio Scarano, quien está acusado de conspirar para trasladar € 20 millones en efectivo de Suiza a Italia para sus amigos. Antes de su detención, el sacerdote había estado bajo investigación en Salerno por lavado de dinero, según informes de prensa.

El episodio dio crédito a los rumores que circulaban desde hace tiempo acerca de que algunas de las cuentas administrativas del banco del Vaticano se utilizaban para guardar dinero en efectivo clandestino.

El Papa Francisco se movió rápidamente para fumigar el banco del Vaticano. Nombró a un obispo de confianza para un puesto importante, creó un comité de obispos y consejeros para informarle directamente a él, y se está moviendo rápidamente para introducir mayor transparencia y rendición de cuentas. Pero eso puede no ser suficiente para restaurar la confianza del público.

El banco, que opera desde 1942 para promover el trabajo de las organizaciones benéficas papales y de religiosos, ha sido lugar de escándalos, intrigas y venganzas. Su cobertura en la prensa sirve como una fuente constante de entretenimiento para los italianos.

Italia prohibió a sus bancos hacer negocios con la Santa Sede por la falta de transparencia financiera del banco del Vaticano.

El Papa emérito, Benedicto XVI, trató de instalar salvaguardas financieras más fuertes para restaurar la confianza en las operaciones del banco del Vaticano. Creó una autoridad financiera centralizada en el Vaticano y emitió nuevas normas para satisfacer las preocupaciones de los reguladores bancarios europeos. También designó al actual presidente del banco, Ernst von Freyberg, en uno de los últimos actos de su pontificado.

Mientras Moneyval, un organismo de supervisión bancaria en el marco del Consejo Europeo, elogió las reformas, también ha sostenido que el banco del Vaticano necesita una mejora más seria. Para la consternación de la opinión pública y para la vergüenza continua de los católicos en todo el mundo, el banco del Vaticano sigue siendo una rica fuente de material para los periodistas italianos, teóricos de la conspiración y cualquier otra persona que quiera construir un caso sobre la intriga vaticana.

La cuestión a resolver para el Papa Francisco es si la eliminación del banco del Vaticano - lo que significaría renunciar a aproximadamente $ 86 millones de euros en beneficios anuales - sería la única manera segura de ser libre de un mayor escándalo financiero.

Conocedores del Vaticano, sin duda, afirman que el funcionamiento continuado del banco se puede justificar porque da buena ganancia y proporciona un flujo de ingresos para la Santa Sede que ha operado al margen durante décadas. Otros siguen diciendo que el banco es capaz de mover fondos de caridad para las misiones mundiales de una manera confiable y discreta. Pero tales argumentos se agotaron en el mundo post-9/11, donde los gobiernos examinan rutinariamente las transacciones financieras sin importar su origen y donde la gestión de la banca de calidad está disponible allí mismo, en Italia. Para sorpresa de muchos, Italia ha recibido altas calificaciones de la comunidad internacional por su papel en la contribución a la seguridad y la solidez de todo el sector financiero internacional.

Esto no quiere decir que la banca internacional se haya convertido en virtuosa. La manipulación del índice Libor, tasa de referencia diaria basada en las tasas de interés con la que los bancos piden dinero prestado, utilizada por algunos de los bancos más grandes del mundo el año pasado muestra una imagen impresionante de engaño que permanece en el mundo de la banca de hoy. Pero eso está cambiando rápidamente.

Dentro de los propios Estados Unidos, la Ley Dodd-Frank y otras reformas bancarias aprobadas a raíz del retroceso masivo a la economía de los EE.UU. en 2007 han dado al gobierno las herramientas públicas más eficaces para examinar y evaluar la salud de las instituciones bancarias. Operando en la oscuridad es imposible una rápida transformación de la banca en todas partes. Las reformas han traído más luz a este sector, y es una condición previa para la reconstrucción de la confianza y la restauración de la economía global.

A pesar de que el banco del Vaticano cuenta con nuevas estructuras de gobierno -en opinión de este escritor hecho notable si éstas fueran suficientes para restaurar la confianza del público en esa institución- esta confianza es a menudo alterada por la larga historia de escándalos. En este punto, el banco del Vaticano es una marca muy dañada.

La reacción de los católicos frente al cierre del banco, es esperar que eso suceda y sería bien visto como medidas consistentes y enérgicas del Papa Francisco en un nuevo pontificado, donde se pretende simplificar la parafernalia cortesana y burocrática e identificar la Iglesia más de cerca con los pobres del mundo. A largo plazo, el cierre del banco del Vaticano enviaría un mensaje liberador y enfocaría a la Iglesia en el cuidado de los fieles.

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