Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".
Leer el comentario del Evangelio por :
Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
Sermón "Cristo ocultado del mundo", Sermones parroquiales, vol. 4 sermón 16
La Iglesia es llamada cuerpo de Cristo. Ella es lo que era el cuerpo
de Cristo en su vida mortal. Es el instrumento de su poder divino. A ella nos
debemos acercar para obtener la gracia. A través de ella se enciende la cólera
de Dios cuando es insultada. Pero ¿qué es la Iglesia sino una entidad humilde
que provoca a veces el insulto y la impiedad entre los hombres que no viven
según la fe? Es un "vaso de arcilla" (2Co 4,7)...
Sabemos que los mejores de sus ministros son personas imperfectas y falibles, sometidas a las pasiones al igual que sus hermanos. Y no obstante, de ellos Cristo ha dicho, hablando de sus apóstoles y de los sesenta y dos discípulos, (a los que los ministros actuales no son inferiores en cuanto a sus cargos): “Quien os escucha a vosotros, a mí me escucha; quien os rechaza a vosotros, a mí me rechaza, y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.” (cf Jn 13,20)
Más aun, Cristo ha convertido a los pobres, a los débiles y afligidos en testimonios y agentes de su presencia. También aquí nos puede acechar la tentación de pasar de largo o tratarlos con irreverencia. Lo que era Cristo, lo son también sus discípulos en este mundo. Como su condición frágil y escondida incitaba a los hombres a insultarlo y a maltratarlo, así las mismas características de sus discípulos llevan a los hombres a insultarlos ahora. En todas las épocas, pues, está Cristo presente en este mundo, no menos visible ahora que durante su vida terrena.
Sabemos que los mejores de sus ministros son personas imperfectas y falibles, sometidas a las pasiones al igual que sus hermanos. Y no obstante, de ellos Cristo ha dicho, hablando de sus apóstoles y de los sesenta y dos discípulos, (a los que los ministros actuales no son inferiores en cuanto a sus cargos): “Quien os escucha a vosotros, a mí me escucha; quien os rechaza a vosotros, a mí me rechaza, y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.” (cf Jn 13,20)
Más aun, Cristo ha convertido a los pobres, a los débiles y afligidos en testimonios y agentes de su presencia. También aquí nos puede acechar la tentación de pasar de largo o tratarlos con irreverencia. Lo que era Cristo, lo son también sus discípulos en este mundo. Como su condición frágil y escondida incitaba a los hombres a insultarlo y a maltratarlo, así las mismas características de sus discípulos llevan a los hombres a insultarlos ahora. En todas las épocas, pues, está Cristo presente en este mundo, no menos visible ahora que durante su vida terrena.
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