Miles de cuadros juveniles recuperan el ardor de "la militancia" para que los "se puede" sean miles de gritos.
Eduardo de la Serna
Se me ocurrió escribir algo a raíz de los dos años de la "partida" de
Néstor. Claro que viendo tantos artículos, notas y opiniones, muchos
tan serios y medulares, no quisiera decir "más de lo mismo". No es
importante lo que yo piense, al fin y al cabo, y menos en los terrenos
de los logros (enormes, según creo) del "modelo" K (o del "relato", si
se quiere).
El clima "raro" que se vive, creo que tiene muchas razones y causas,
entre las que no dudaría en señalar como principal (¿"madre de todas las
batallas"?) el 7D como se lo ha llamado con imagen no exenta de
belicismo. En una misma coherencia (¿y misma usina?) el inminente 8N (y
su previsible importante concurrencia), y la insoportable cantidad de
cadenas que llegan por redes sociales, mails y demás medios, llenas de
verdades, medias verdades, mentiras, manipulaciones y calumnias, de
estupideces y barbaridades. Cuando escucho decir, por ejemplo, "hacen
cosas que fueron ideas de otro" (cosa que ya decían de Perón y Palacios)
como si hubiera "derechos de autor" en la política, como si las ideas
no fueran todas en parte también "de otros"; o cuando se dice "y dónde
estaban antes", como si lo importante no fuera "a dónde vamos ahora", o
cuando se recurre al insulto y la ofensa (a Cynthia García y Gabriela
Cerruti, por ejemplo y vaya mi solidaridad), o cuando se recurre a
chiquitajes (como si las carteras o los mocasines fueran motivo serio de
análisis político)… Si hasta ahora se escucha hablar a Cobos (no es
broma, Cobos habló bien de Néstor y mal de Cristina explicando que él es
casi kirchnerista, pero Cristina no… porque Cristina no sabe nada
deNéstor al lado de todo lo que sabe él…). Algo debe significar
simbólicamente Néstor para que hasta Cobos insinúe que Cristina
traicionó a Néstor (Cobos hablando de traición es como si Astiz hablara
de Derechos Humanos o Grassi de que son "felices los niños").
Pero dejo esto para entrar en otro terreno que me resulta interesante
y quizás poco mirado. Y me permito comenzar con una anécdota personal.
El extraordinario teólogo protestante argentino, José Míguez Bonino (don
José, y vaya otro homenaje) daba clases de "teología católica" en la
facultad protestante de teología (ISEDET). Entonces, a partir de un
libro mío, le sugirió a un alumno que me entrevistara a raíz de lo que
yo había escrito sobre "la Virgen" donde hablaba de la religiosidad
popular. Charlando con el muchacho, en un momento me dijo: "A nosotros,
los protestantes, nos hace falta 'la Virgen'…" Obviamente no se refería a
"la Virgen de los Evangelios", que la tienen, ni al lugar "católico de
la Virgen", porque no hablaba de "dejar de ser protestante". Hablaba del
lugar simbólico y convocante, de identidad, que tiene en el mundo
católico y la religiosidad popular, "la Virgen". Pues bien, es a eso, al
"lugar simbólico", "convocante", "identitario" que quisiera referirme.
Precisamente creo que la incapacidad de "los ilustrados" de acá o de
muchos extranjeros para "entender" el peronismo, tiene su raíz en lo
simbólico. No en la "filosofía", no en la "economía" o los "fundamentos
teóricos", sino en lo "simbólico". Y es desde acá que quisiera pensar
algo de Néstor.
• Para empezar recuerdo que cuando gobernaba (¿?) el in-presidente De
la Rúa, era tanta la sensación de que no hacía nada, que hasta se llegó
a decir que se iban a poner cámaras en su despacho para que la sociedad
viera que "el presidente trabaja". ¡Ja! Nadie jamás dudaría ni
necesitaría cámaras para afirmar eso de Néstor (ni de Cristina).
Simbólicamente se vio a alguien que no dejó un momento de trabajar a
favor de sus ideales, de sus convicciones. A eso, muchos adversarios lo
llamaban "ambición de poder", por ejemplo. Hasta hubo quienes afirmaron
que estando mal de salud, siguió y siguió movido por esa ambición. Otros
lo hemos llamado "militancia". Hemos sabido desde nuestra adolescencia
(desde los 16, para ser precisos) que la militancia supone no descanso,
compromiso, entusiasmo. Sandra Russo lo resumió diciendo: "Néstor fue el
presidente de la democracia que más veces habló de amor." Creo que
sólo fue comparable a la enorme cantidad de veces que habló de "amor"
otra peronista: Evita. Convengamos que amor, por un lado no parece
palabra política, pero por otro lado es "la" palabra más integradora,
más existencial, más comprometida, y hasta "fanática". El amor
compromete, "hasta que la muerte nos separe", y a veces –en los otros, o
en los que aman mal– provoca celos, envidias, y tantas cosas que
sabemos que enferman. No me parece muy ajena a celos enfermizos ante ese
amor, algunos comentarios, artículos, notas o shows de domingo por la
noche, o algunos políticos (o políticas del 2 por ciento).
•Precisamente esa pasión política, ese "amor político" hace muchas
veces mirar las cosas en negro o blanco. A veces con exageración, a
veces con desmesura (¿no es acaso desmesurado el amor, cuando es
total?). Es cierto que a veces es exagerado, pero no es menos cierto que
a veces "hay" blancos y negros. Y que hay políticos "grises". Hay
ámbitos y momentos en los que el diálogo, la tolerancia, el encuentro
son imprescindibles y necesarios, pero también hay momentos en los
cuales no puede cederse, y no puede "negociarse": no se negocia con
torturadores, con fondos buitre, con genocidas, con desfalcadores… Se
dialoga con el que piensa distinto, pero cuando hay víctimas, dialogar
con los victimarios es victimizar más todavía "al débil" (que no es
Clarín). Las víctimas de la dictadura, las víctimas del genocidio
neoliberal, las víctimas del sometimiento de "relaciones carnales" no
merecen que sentemos a la mesa a los victimarios (o que juguemos tenis
con ellos). Se ha acusado a Néstor de "crispar", pero en realidad creo
que se crispan aquellos habituados a sentarse en la mesa de los
poderosos y que "de golpe" encuentran que con los que se dialoga es con
América Latina, con los sindicatos, con los organismos de Derechos
Humanos, con los desocupados, y que se crean la Unasur, leyes de Medios,
retenciones a la soja, y tantas otras cosas que "crispan" simplemente
porque supone igualdad ante la ley.
•Finalmente, en tiempos de no-política, la antipolítica de la Ferrari
o la pizza con champagne, de la burla a la política sin propuestas (la
"no-política", como Lanata o CQC), del "que se vayan todos" o del "no se
puede", aparecen voces que dicen que "sí, se puede". Hay cosas que sí
se pueden. Muchas cosas que sí se pueden. Claro que hace falta trabajo,
osadía, valentía, decisión… Que a veces se equivocan (porque la mejor
forma de no equivocarse es no hacer nada), pero que intentan. Los que
son capaces de tomar un país en llamas, quebrado económica y
anímicamente (y pensar que Macri no quiere agarrar ni el subte ¿qué
hubiera hecho en el 2003?), y mostrar descontracturadamente,
decididamente, valientemente que "sí, se puede" (entre paréntesis, canto
que la hinchada del Once Caldas, en la final con Boca cantaba ese día
que –muchos creemos– Macri entregó el partido para sacarse a Bianchi de
encima y que no pareciera –como parece– que sin Bianchi no hubiera
pasado nada, en Boca); y no hablo del "tú puedes" de los respiradores
seriales que me parece patético. Sí, se puede, si hay personas
decididas, militantes, comprometidas, con amor a su pueblo.
A nivel simbólico podría decirse mucho más, aunque valga como ejemplo
el famoso tema de "los cuadros" que como bien decían afiches el pasado
24 de marzo "bajando un cuadro formaste miles". Miles de cuadros
juveniles recuperan el ardor de la militancia para que los "se puede"
sean miles de gritos. Es de esperar que esos gritos sean a su vez
multiplicadores para acallar las voces de la no política, de la falacia
infantil del "choripán" y más y más descubran que nada es más simbólico
que el amor, y que el amor, en política, también tiene mucho por decir.
Hasta dar la vida.
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