"Es una charla íntima, sencilla, insignificante". Así comienza el P.
Ramón Cué,S.J. este relato conmovedor, entrañable y profundo. El relato
del encuentro del hombre con Cristo. Un Cristo manco, cojo, sin cara,
sin cruz. Un Cristo que no quiere ser restaurado porque desea que le
prestemos nuestros brazos para encerrar en ellos a todos los hombres,
nuestras piernas para que le llevemos por todos los caminos, nuestros
ojos para mirar todas las desdichas, nuestros oídos para escuchar todas
las quejas. Un Cristo que no quiere ser restaurado porque quiere que en
su rostro veamos todos los rostros, que sobre sus espaldas carguemos
todas nuestras cruces. Entremos con el P. Cué en este profundo diálogo
con el pequeño Cristo roto y dejemos que nos conduzca con él por esta
visión nueva y al mismo tiempo repetida, del amor insondable de Dios.
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