Se recomienda a las comunidades parroquiales, grupos, movimientos, colegios y otros espacios de animación que recurran a esta oración tanto para animar nuestra fe, como para crecer en comunión como Iglesia Diocesana en esta acción solidaria. Particularmente significativa será compartir la oración en el marco de la celebración de la eucaristía y otras celebraciones litúrgicas, como así también en el ámbito de la
catequesis y otros espacios.
Compartimos la oración a continuación
Padre nuestro, que estás en el cielo,
y que en la tierra nos aseguras el pan de cada día.
Padre bueno, que alimentas las aves del cielo,
y vistes el lirio de los campos;
Padre santo, que nos diste a tu propio Hijo,
para que, hecho hombre, fuese el Pan de nuestras vidas:
Te presentamos las familias de hermanos nuestros,
que, faltos de trabajo, sufren hambre y enfermedad.
En sus miradas suplicantes, y en sus manos extendidas,
resuena el Evangelio de Jesús: “tuve hambre, y me dieron de comer”.
Queremos compartir con ellos, los bienes que nos diste;
queremos tender para ellos, la mesa familiar;
queremos ir hacia ellos, como el buen samaritano;
queremos ser ante ellos, el servidor que lava sus pies.
Danos en este esfuerzo tu suave y Santo Espíritu,
dánoslo sin medida, como lo diste a Cristo.
Y vuelve el hombre incrédulo sus pasos hacia ti,
cuando compruebe nuestro amor solidario,
no en palabras vanas, sino que en obras y en verdad.
Virgen santa y purísima, Nuestra Señora de Luján,
Madre de Cristo, de la Iglesia, y de la humanidad,
te aclamamos inspiradora, patrona y garantía
de nuestra campaña de solidaridad.
Como tú junto a Jesús, no nos apartaremos
de nuestros hermanos pobres y afligidos:
orando por ellos, sufriendo en ellos,
compartiendo con ellos. Ayúdanos.
Amén.
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