02 octubre 2009

Evangelio según San Lucas 10,1-12.


Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: '¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Lucas, 7, 44.59

«Como corderos en medio de lobos»


     Jesús, al enviar a los discípulos a la siega..., les dijo: «Mirad que os mando como corderos en medio de lobos». Estos son animales enemigos, pero el buen pastor no temía los lobos para su rebaño: sus discípulos no son enviados como presa sino para difundir la gracia. La solicitud del buen pastor hace que los lobos no puedan acometer contra los corderos. Les envía, pues, para que se haga realidad esta palabra: «Aquel día lobo y cordero pacerán juntos» (Is 65,25)...

     Por otra parte, los discípulos enviados han recibido la orden de no llevar vara en la mano. ¿Qué es la vara sino la isignia de poder, el instrumento que repar el dolor? Así lo que el humilde Señor ha mandado, sus discípulos lo cumplen con la práctica de la humildad. Porque él les manda a sembrar la fe no a través de la fuerza, sino con la enseñanza; no haciendo uso de la fuerza de su poder, sino exaltando la doctrina de la humildad. Y juzgó conveniente unir aquí la humildad con la paciencia, porque Pedro da testimonio de ello: «Cristo, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba» (1P 2,23).

     Eso viene a decirnos: «Sed imitadores míos, abandonad el gusto por la venganza, cuando recibáis golpes de arrogancia no respondáis con la misma moneda, sino con una paciencia llena de bondad. Nadie puede, por cuenta propia, imitar lo que reprende de otro; la suavidad trae consigo golpes duros contra los insolentes». El Señor respondió a semejante golpe diciendo: «Al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra» ( Mt 5,39).

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