18 marzo 2009

Evangelio según San Mateo 5,17-19.

No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.


Dios, nuestro Creador y Redentor, eligió Israel como su pueblo, y le reveló la Ley, preparando así la venida de Cristo... La Ley antigua es el primer estado de la Ley revelada. Sus prescripciones morales están resumidas en los Diez Mandamientos. Los preceptos del Decálogo establecen los fundamentos de la vocación del hombre, formado a imagen de Dios. Prohíben lo que es contrario al amor de Dios y del prójimo, y prescriben lo que le es esencial. El Decálogo es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para manifestarle la llamada y los caminos de Dios, y para protegerle contra el mal: «Dios escribió en las tablas de la Ley lo que los hombres no leían en sus corazones» (San Agustín).

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