Homilía de monseñor Carlos José Tissera, obispo de Quilmes, de la misa de inicio del ministerio episcopal -17 de diciembre 2011
INICIO DEL MINISTERIO EPISCOPAL
Homilía de monseñor Carlos José Tissera, obispo de Quilmes,
de la misa de inicio del ministerio episcopal (17 de diciembre de 2011)
“Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”
Hermanas y hermanos:
Toda
la Liturgia de este último domingo de Adviento nos prepara el corazón
para centrarnos en el Misterio de Dios hecho hombre, en las entrañas de
María, y nacido en el pesebre de Belén: el Dios con nosotros.
El
sencillo relato de la Anunciación es un preludio del que narra el
Nacimiento de Jesús, que escucharemos y contemplaremos en Navidad.
En
su plan de salvación, Dios irrumpe en esta historia nuestra, sin
estridencias, con sencillez, como pidiendo permiso, todo por amor a cada
uno de nosotros. Es la “locura” de Dios, como dirá San Pablo. Por amor,
se hace hijo de mujer, se hace siervo.
Ante el desconcierto de
María, el ángel le dice: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido…
concebirás y darás a luz un hijo… y será llamado hijo de Dios”. “¿cómo
puede ser eso?... Es obra del Espíritu, dijo el ángel, por eso tu hijo
será hijo de Dios”.
Luego, la humilde muchacha de Nazareth, al
escuchar que “para Dios no hay nada imposible”, da su “sí” que expresa
la entrega sin reservas a Dios. Es la obediencia de la fe: “yo soy la
servidora del Señor, que se cumpla en mí tu Palabra”.
Es una
expresión que parece estar como sosteniendo aquella otra de Pedro en la
barca, cuando Jesús le dijo “Navega mar adentro, y echen las redes”, el
pescador contestó: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos
sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes”. De nuevo, la
obediencia de la fe. Esta vez desde los labios y el corazón de un hombre
pecador, que ante la milagrosa pesca exclamará tirado a los pies de
Jesús: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”.
Con esta motivación de la Palabra de Dios, me presento a ustedes, MI QUERIDA IGLESIA DE QUILMES.
Desde
que el Santo Padre Benedicto me ha elegido para pastorear esta porción
del Pueblo de Dios, he experimentado que Jesús me invita a dejar la
orilla de lo conocido, de lo seguro, que es vivir en diócesis del
interior del país, donde nací y crecí, para encarnarme en esta vital y
superpoblada Diócesis de Quilmes. Ustedes se venían preparando en la
oración junto al Padre Obispo Luis para recibir al nuevo Obispo. Para mí
fue algo verdaderamente sorpresivo. Me encontraba en plena celebración
de los cincuenta años de la Diócesis de San Francisco; iniciando una
nueva etapa del plan pastoral; a poco más de seis años de estar en el
este cordobés. Fue sorpresivo para mí, de verdad. Pero luego vino la
Palabra del Señor, como la de hoy, “no temas…”. Es lo que nos sucede a
todos, sacerdotes y obispos, religiosos y religiosas, cuando Jesús nos
desinstala, nos llama a dejar y seguir.
Hermanos de Berazategui,
Florencio Varela y Quilmes, vengo a ofrecerles mi corazón; a unirme al
camino pastoral que vienen realizando desde aquel año 1976, cuando Pablo
VI creó esta Iglesia particular y nos regaló a ese santo pastor: Mons.
Jorge Novak. Qué iba a sospechar yo que tuviera que suceder a ese
verdadero profeta, aquel día en el que los alumnos de la Facultad de
Teología de Devoto, lo aplaudimos y saludamos en los pasillos cuando fue
designado primer obispo de Quilmes. Eran días oscuros y tristes para
el país. Estábamos desconsolados por los asesinatos y desaparición de
compañeros nuestros y de insignes pastores. Su nombramiento fue una luz
de esperanza. Su presencia de Padre, nos infundía serenidad y consuelo,
como otros sacerdotes que nos contenían y pastoreaban.
Más que
nunca ahora percibo que con su ministerio episcopal dejó gravada a fuego
esta convicción: la misión de la Iglesia es evangelizar. Esto queda de
manifiesto en el escrito del Pastor Dr. Arturo Blatezky: “Mi último
encuentro con el Padre Obispo Jorge Novak”, que fue el 5 de julio de
2001, días antes de su pascua. “El Obispo dijo textualmente: “Mirá,
cuando yo le entregue la diócesis a mi sucesor le voy a decir esto: ´yo
no le entrego una diócesis con un programa especial. Porque el programa
de esta diócesis es Cristo. Un Cristo antropológico, un Cristo encarnado
en los hombres, en los pobres´.
Estas profundas y sencillas palabras del Padre Obispo, nos recuerdan estas palabras del documento de Aparecida:
“Conocer
a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo
encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo
a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (DA 29)
“Comunicar
la alegría que se produce en el encuentro con la persona de Cristo,
palabra de Dios presente en medio de nosotros, es un don y una tarea
imprescindible para la Iglesia. En un mundo que considera con frecuencia
a Dios como algo superfluo o extraño, confesamos con Pedro que sólo Él
tiene “palabras de vida eterna” (Jn. 6, 68). No hay prioridad más grande
que esta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que
habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante (cf. Jn.
10, 10)” (Benedicto XVI, VD. 2)
La misión es una pasión por Jesús, pero al mismo tiempo es una pasión por el otro.
La
Iglesia nos propone asumir un nuevo estilo, más evangélico, que se
caracterice por la cercanía a la gente, hasta dar la vida como Jesús.
“En el seguimiento de Jesucristo, aprendemos y practicamos las
bienaventuranzas del Reino, el estilo de vida del mismo Jesucristo: su
amor y obediencia filial al Padre, su compasión entrañable ante el dolor
humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños, su fidelidad a la
misión encomendada, su amor servicial hasta el don de la vida” (DA. 139)
Acá
estoy, hermanas y hermanos, para que, como veníamos rezando en la
oración por el nuevo Obispo, juntos “podamos avanzar por caminos de
comunión y participación, de misericordia, de justicia y de paz, y
nuestra Iglesia diocesana se renueve en el compromiso con los pobres, el
impulso misionero, la defensa de los derechos humanos y el servicio a
la unidad de los cristianos”.
Queridos sacerdotes: me siento desde
ya unido a ustedes para vivir este ministerio en fraternidad,
compartiendo con alegría la pasión por la verdad y el gusto de servir a
los hermanos. Nuestra unidad será el mejor testimonio de Cristo, ya que
vivimos en un mundo que, como decía Pablo VI, es más sensible a los que
dan testimonio que a los que predican. Como decía San Francisco de Asís:
“Prediquen la Palabra de Dios dondequiera que vayan. Incluso usen
palabras, si es necesario”. “La fraternidad presbiteral no excluye a
nadie, pero puede y debe tener sus preferencias: las preferencias
evangélicas reservadas a quienes tienen mayor necesidad de ayuda o de
aliento” (PDV 74).
Queridos Diáconos Permanentes: como discípulos y
misioneros del Reino, ustedes están ordenados para el servicio de la
Palabra, de la caridad y de la Liturgia, acompañando a las comunidades
en estrecha unión con el obispo y el Presbiterio. Es un don precioso a
la Iglesia, fruto de la renovación del Concilio Vaticano II. Son una
verdadera riqueza de esta Iglesia Diocesana. Aprenderé a caminar
pastoralmente junto a ustedes.
Queridas religiosas y religiosos:
desde ya mi cercanía en su misión de hacer presente en la Diócesis los
valores del Reino, con sus vidas totalmente consagradas para vivir las
Bienaventuranzas. Gracias por su generosidad.
Queridos
seminaristas: acá estoy para acompañarlos, junto a los todos los
formadores, para asumir los comportamientos y el estilo de vida de
Jesús, el Buen Pastor. Su alegría y generosidad, sea motivo para que
otros jóvenes se animen a responder al llamado del Señor.
Queridas
familias: sigan luchando para ser verdaderos santuarios donde nace la
vida aceptada como don de Dios; lugar donde los bautizados se educan en
la fe, donde se vive la experiencia de la comunión con Dios y donde se
aprende a compartir la vida en fraternidad. En medio de las pruebas
duras que pasan las familias argentinas, en general, les animo a renovar
cada día el amor que sostiene en las dificultades, nos ayuda a
perdonarnos, a corregirnos con dulzura, a valorar y querer a los
abuelos, a las personas con capacidades diferentes.
Queridos niños
y jóvenes: el Espíritu Santo, que es fuerza, dinamismo divino, cuenta
con el entusiasmo, la creatividad y la alegría de ustedes para hacer
presente a Cristo, Camino, Verdad y Vida, a los demás jóvenes y a la
sociedad, que tienen hambre y sed de Dios. La Iglesia los quiere
protagonistas en la evangelización, y no solo destinatarios.
A
todos los enfermos, ancianos, sufrientes, privados de la libertad, a los
que se sienten alejados de la Iglesia: a todos, en este día en que la
Iglesia Diocesana recibe y acompaña a su nuevo obispo, les invito a que
contemplen a Jesús el Buen Pastor, que les dice: “Vengan a mí, los que
están casados y agobiados que yo los aliviaré”.
Mi sincero
agradecimiento al Sr. Cardenal Jorge Bergoglio, Arzobispo Metropolitano,
que me ha puesto en posesión, y que hoy cumple sus 75 años. Gracias por
su cercanía a esta Iglesia Diocesana.
Gracias, Padre Obispo Luis,
por tus atenciones y tu compañía en estos días previos al inicio de mi
ministerio en esta Iglesia, a la que has pastoreado por casi diez años.
Gracias por tu paternidad. Nos unimos a tu acción de gracias en este día
que cumples 51 años de sacerdote y 26 años de obispo. ¡Felicidades!
A
los señores Obispos: gracias por su compañía y por este gesto de
fraternidad de todas nuestras Diócesis; es una muestra de que la Iglesia
argentina sigue dando pasos muy concretos por las sendas de la unidad y
de la fraternidad que nuestro pueblo necesita. Gracias por
acompañarnos.
Al Encargado de negocios de la Nunciatura
Apostólica, Pbro. Robert Murphy, muchas gracias por acompañarnos. Es un
signo de nuestra comunión con la Sede de Pedro.
Al Colegio de
Consultores: gracias por su servicio en este tiempo de transición,
acompañando a Mons. Luis. Sus palabras en la charla que tuvimos el mes
pasado, me ayudó a conocer más de cerca la realidad pastoral de la
Diócesis.
A los hermanos de otras iglesias y comunidades
eclesiales: gracias por su presencia y oración. El recuerdo de nuestro
primer obispo nos disponga a vivir intensamente los compromisos
bautismales para una mayor comunión.
A los sacerdotes y fieles de
la querida Diócesis de San Francisco que me acompañan. Muchas gracias!
También a los sacerdotes, amigos y familiares venidos de mi Diócesis de
origen, Río Cuarto, y de otros lugares del país: muchísimas gracias por
su cariño, su cercanía y oración. Lo que he vivido y aprendido entre
ustedes lo entregaré en esta porción del Pueblo de Dios que se me
confía.
El cordial agradecimiento a todas las autoridades civiles:
al comenzar este camino entre ustedes les invito a construir, desde la
responsabilidad que se nos ha confiado, una sociedad fundada sobre los
valores universales de la paz, la verdad, la solidaridad, el respeto por
la vida y la dignidad humana, la justicia y la libertad.
A todas
las personas de los medios de comunicación: gracias por su presencia;
gracias a ustedes Jesús puede seguir hablando a las multitudes.
Querida Diócesis de Quilmes, gracias por recibirme tan cordialmente.
Hermanas
y hermanos: Ya estoy entre ustedes. Como hombre de la provincia de
Córdoba, vengo llegando al paso de la mula “malacara” del Cura Brochero…
Pido al Señor, que nada me detenga en el servicio a los hermanos, a
ejemplo de este hombre de Dios y de su Pueblo: verdadero modelo de
pastor en la Argentina.
Al comenzar esta Eucaristía hemos rezado
en el lugar donde reposan los restos mortales de los Padres Obispos
Jorge Novak y Gerardo Farrell. ¡Están con nosotros! Que ellos
intercedan por nuestra Iglesia Diocesana y por mi ministerio entre
ustedes.
Me pone muy contento estar bajo el patrocinio de la
Inmaculada Concepción. Desde niño la invoco como Madre y protectora. Es
la patrona de mi parroquia y Diócesis de origen, de Villa de la
Concepción del Río Cuarto.
Cómo no invocar a la Pura y Limpia
Concepción, en estas tierras donde, desde antes que llegaran los
diezmados y explotados hombres de los valles calchaquíes, los Quilmes,
ya se había quedado junto al rio de Luján, la preciosa imagen de la
Virgen Gaucha. Sea ella la luz que ilumine y guíe esta nueva etapa de la
vida de la Iglesia que peregrina en Quilmes, Berazategui y Florencio
Varela. Así sea.
¡Viva Jesús! ¡Viva María!
Mons. Carlos José Tissera, obispo de Quimes
17 de diciembre de 2011.
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